El escudo no variaba: la cruz de la casa de Saboya y, eso sí, los fasces (las varas y el hacha, símbolo procedente de la Antigua Roma que el movimiento fascista italiano adoptó como propio). Su formulación combina notas de salida como el lila, el brotes de tilo, la magnolia matutina, la mandarina exótica o el bergamota, que se mezclan en su corazón con notas de frutos rojos como melocotón o meloncillo, nuez moscada y vainilla.